Chaco y Corrientes reciben en simultáneo a la muestra 30 años Fotoperiodismo en democracia
El viernes 10 de abril a las 11.00 hs en diferentes espacios de Corrientes y Resistencia se inaugura en simultáneo la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino. En su conjunto, cientos de imágenes serán exhibidas creando un evento único para la fotografía argentina y latinoamericana. La exposición se presenta bajo el nombre “Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino y la muestra 30 años. Fotoperiodismo en democracia”.
La inauguración será simultánea en todos los espacios. En Resistencia en la Facultad de Humanidades y el Centro Cultural Universitario y en Corrientes en el Centro Cultural Adolfo Mors, el salón de muestras de la Dirección Nacional de Vías Navegables, el Centro Cultural Universitario de Corrientes. Se podrá apreciar la misma hasta el 29 de abril.
Itinerario
11 hs en Extensión de UNNE Corrientes conferencia prensa 16 hs apertura en Centro Cultural Nordeste Resistencia 18 hs Apertura Municipio Corrientes, en Corrientes Av. Costanera Punta Tacuara (Bustos J. L. Cabezas). 20.30 Apertura Extensión de UNNE Corrientes.
Acerca de la 25º Muestra Anual de Reporteros Gráficos
Más de 280 fotografías en exposición seleccionadas entre alrededor de 3000 imágenes enviadas por reporteros de todo el país convierten a la Muestra Anual de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina en uno de los eventos ineludibles de la cultura colectiva y una referencia para el fotoperiodismo nacional y latinoamericano.
La Muestra propone un recorrido narrativo sobre los hechos más relevantes ocurridos en 2013 desde la mirada de los reporteros gráficos argentinos en materia de: actualidad, deportes, retrato, vida cotidiana, política, naturaleza, medio ambiente, arte y espectáculos. En esta oportunidad, el Comité Editor estuvo conformado por: Alejandro del Bosco, Alfredo Herms, Emiliana Miguelez, Héctor Río, Jorge "Coco" Yáñez. Las fotografías exhibidas pueden no haber sido publicadas y en muchos casos son iniciativas documentales de los autores que no encuentran espacio de difusión. Una de las premisas es brindar la oportunidad de exponer temáticas invisibilizadas como modo de alentar un ejercicio crítico de la profesión y al mismo tiempo recuperar el espíritu de la primera exposición colectiva organizada en 1981, en contexto de dictadura militar, cuyo objetivo expreso era dar a conocer “aquello que los medios no pueden (o no quieren) mostrar”.
En esta ocasión, la Muestra ha comenzado su recorrido el 13 de junio en Carlos Paz (para luego llegar a la ciudad de Buenos Aires y continuar su viaje por el país. En la última década la Muestra ha visitado Córdoba, Mendoza, Rosario, Neuquén, Tucumán, Salta, Bariloche, Viedma, Bahía Blanca, La Plata y Montevideo (Uruguay), entre otras ciudades, con una amplia concurrencia de público, cerca de 100.000 personas cada año y una importante repercusión de prensa.
Cada edición es acompañada con la publicación de un catálogo de alta calidad que en su conjunto crean una destacada colección editorial de lo mejor del fotoperiodismo argentino. En esta ocasión ARGRA presentará a su vez los primeros tres ejemplares de una colección de libros de fotografía de pequeño formato, cumpliendo el sueño de publicar el trabajo de los reporteros gráficos. Los primeros ejemplares están dedicados a la intervención urbana “19 y 20. Fotoperiodismo en la calle”; al trabajo de recuperación y puesta en valor del “Archivo 21”; y a la obra de Pablo Zucheri. Los mismos estarán disponibles a través de la web de ARGRA (www.argra.com.ar).
Acerca de la muestra 30 años. Fotoperiodismo en Democracia
La Muestra propone un recorrido de 73 fotografías en gran formato seleccionadas a partir del libro 30 años Fotoperiodismo en Democracia de próxima aparición que fue el resultado del un trabajo conjunto de ARGRA con el Programa Memoria en Movimiento de la Secretaría de Comunicación Pública de la Nación. El mismo contó con el trabajo curatorial de destacados referentes del fotoperiodismo y el mundo editorial como Gabriel Díaz, Marcos Adandía, Daniel García y Rafael Calviño.
El proyecto apunta a reafirmar el compromiso de los reporteros gráficos con la memoria, la verdad y la justicia a partir del archivo privilegiado de los fotoperiodistas que han registrado visualmente estas tres décadas de vida democrática. Nuestro objetivo es recordar con imágenes los acontecimientos sociales y políticos más destacados y aportar a la construcción de los imaginarios de una época clave en la historia argentina.
LA MUESTRA EN PALABRAS
*La vida fotográfica
La imagen de Enrique García Medina esparciendo las cenizas de su mujer, Silvia, sobre el Río de la Plata es el punctum de este libro. Antes y después de esa intensidad en la que la muerte sobrepasa y eterniza la vida se puede leer la tensión entre intimidad y acontecimiento donde se construye hoy la mirada del presente. Quiero decir: el gesto de ese hombre que hizo del oficio de reportero gráfico un hogar y un matrimonio, su expresión de aliento final, de respiración de despedida, y esas cenizas fuera de foco entre las nubes iluminadas, sobre las flores en el agua, dan cuenta de un compromiso, de una resistencia que no se expresa solo en las manifestaciones colectivas. Algo de esta carga semántica en la que un hombre es todos los hombres y todas las mujeres que buscan la foto del momento se extiende a las páginas de este libro. Allí, la Argentina y una parte interesante de América Latina vibran desde la prueba de la imagen.
El libro donde Barthes esboza su teoría del punctum —como esa flecha que sale del detalle en la imagen y nos atraviesa para darle sentido a lo que vemos— salió publicado en 1980 y partió las aguas de los debates en torno a la imagen. Trajo, Barthes, con La cámara lúcida, el material por fuera de los rictus académicos que seguían preguntándose si la fotografía era o no una de las bellas artes, si la composición o la estilización de lo que se encuadra, el juego de luces y contrastes, lo estético como premisa eran o no suficientes en una foto para consagrarla como obra. A aquello lo llamó studium. Barthes escribe el libro poco antes de morir, y poco después de la muerte de su madre. Dice allí que “la fotografía como rito profano de la muerte en sustitución de lo religioso, plasma un momento que sabemos que nunca se repetirá - en realidad el acto de fotografiar es como una pequeña muerte”.
En estas esquirlas de realidad en imágenes que cada año se editan en libro, además de girar por el país como una muestra en museos y espacios culturales, hay un homenaje a esta idea barthesiana. Por eso elijo la foto del deudo, quien además realizó un trabajo de registro inaudito y conmovedor que queda por fuera de este anuario, pero que toda la comunidad fotográfica conoce y reconoce. Nadie mejor que este gremio para comprender un proceso que asalta a un sujeto desde lo real y lo lleva a usar la herramienta cotidiana para revisar y construir en la vida. Y por eso la relevancia de un balance como este: la posibilidad de volver sobre lo ocurrido en nuestro mundo contemporáneo de la mano de los trabajadores de la imagen. Los reporteros gráficos argentinos metidos con sus cámaras lúcidas allí donde el acontecimiento ocurre y convoca. Y al mismo tiempo lanzados a búsquedas personales en temas que no solemos ver en las tapas de los diarios.
Si pasamos la mirada por la enorme cantidad de imágenes es posible detenerse en algunas que interpelan con su arbitrariedad. El duelo como metáfora de la fotografía misma se materializa en una procesión de mujeres campesinas, en la sierra peruana. Caminan para enterrar a sus familiares, víctimas de una masacre de Sendero Luminoso hace 17 años. Entre varias –se trata de un ensayo y de una crónica al mismo tiempo— hay una de un enorme poder: cada deudo con su propio cajón, todos blancos, todos iguales, camino al entierro. La muerte desnuda y terca, apareciendo en una fosa común donde los huesos son alcanzados e identificados por los antropólogos. Más allá, una foto del campo sojero argentino transmite el efecto contaminante de los pesticidas: un cementerio de envases que estuvieron llenos de agroquímicos en una pequeña comunidad.
Esa travesía de un reportero gráfico que acompaña la marcha de esas mujeres solas, que se adentra en el norte intoxicado, se tejen con otras, donde la cámara se deja llevar por las mareas humanas contemporáneas, las de los conflictos. Allí está el que provoca la multinacional Monsanto, las mareas de las ceremonias, como esa procesión salteña que honra al Señor de los Milagros; o la ceremonia del Kintu, en Macha, un pueblo en los Andes Bolivianos, a 3500 metros de altura. En las calles los hombres que llegan de otros pueblos ataviados con trajes de diseños milenarios se entregan a un frenesí carnavalesco, las bebidas espirituosas empujan el retumbar de una fe sincrética: creen que solo agarrándose a trompadas y derramando la sangre de esas peleas en la Pachamama ofrendan lo necesario para fertilizar la tierra y lograr las mejores cosechas. En este libro el lector se entrega a la potencia del presente, un presente que acaba de ser, que se convierte con estas imágenes en pasado inmediato, y que permite vislumbrar escenas del futuro. La muerte no es tal, la muerte se eleva por el aire y la luz con la lucidez de las miradas.
*Unas pocas palabras para muchas imágenes
¿Cuánto vale una imagen? ¿Puede una imagen formar un concepto, o cambiar nuestra percepción sobre una creencia arraigada? Quien encabezó la primera e incierta etapa de la transición democrática supo decir que con la democracia “se come, se cura y se educa”; pero con democracia, ¿se gobierna? Produce espanto repasar los hechos de violencia de esta recopilación. Nos obliga a repensar una idea naturalizada, la de la democracia como “el gobierno del consenso”. Pero las fotos de los últimos 30 años no hablan de un devenir idílico, sino de la persistencia de los conflictos. ¿Qué pasó? La democracia no es gobernar sin conflicto, sino apenas (y nada menos) renunciar a resolverlos por la fuerza. Y estos 30 años no fueron el reino de la democracia ideal, sino una dramática transición desde un estado cooptado a la fuerza por un grupo, a un sistema de gobierno donde todos pueden expresar sus reclamos e intereses. Una apuesta de resultado incierto, por decir lo menos. Si de algo se discutió en Argentina en estos últimos 30 años fue de la tensión entre quienes se sienten con la fuerza para imponer su ley al resto de la sociedad, y los que postulan una ley que gobierne a todos, incluyendo a los poderosos. Se discutió, en suma, si con democracia se gobierna. Las imágenes que se verán acá, son las que registran esa tensión, esa disyuntiva: “¿gobierna el pueblo o los poderosos?” Esa tensión, los reporteros gráficos la respondieron sin saber la respuesta (como el resto de nosotros), pero formulando la pregunta con imágenes. ¿Qué tipo de imágenes? No cualquiera, sino el resultado colectivo de una labor siempre personalísima: la fotografía de prensa. La fotografía de prensa, lo propio del reportero gráfico, es una imagen muy particular. No es mero tiempo congelado, ni tan siquiera el registro objetivo de un hecho que resulta ajeno. Es algo más complejo, sutil y comprometido: la creación de un sentido. Repasar las fotos de esta muestra es corroborar que el tiempo, la historia, se forma de muchos mundos simultáneos, pero elegimos solo un entrelazado de hechos para darle sentido. Repasar estas fotos es encontrar imágenes icónicas, que están entrelazadas en la memoria con nuestras experiencias personales, y otras casi desconocidas, que nos obligan a repensar el armado de recuerdos, el relato de la historia, que nos hemos formulado. Aun así, podemos comprobar algo más sutil todavía: la construcción del sentido a partir del punto de vista de quien ha tomado la foto. Menéndez abalanzándose cuchillo en mano, Menem recostado en su Ferrari, el pobrerío tomando en piquetes las rutas desoladas, los dueños de la tierra derramando cereales en esas mismas rutas, la multitud recobrando las calles, no son “tajadas de realidad” sino visiones, tomas de posición, ángulos desde donde se mira y se comunican significados. No hay objetividad acá, no hay “máquinas fotográficas”, sino fotógrafos y autores. Hay periodistas ejerciendo su intrincado oficio. “No hay fotografía sin autor”. Y ante esto, solo cabe decir, como nos enseñara Raúl González Tuñón, “Salud a la cofradía/ trotacalle y trotamundo/ todo nos falta en el mundo/ todo, menos la alegría”. La alegría de la creación, y de la fraternidad.
Miguel Gaya
UN POCO DE HISTORIA
La dignidad de la profesión
La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina se fundó el 4 de septiembre de 1942. El estatuto definía a los reporteros, por “el ejercicio de su profesión” y su relación con los medios periodísticos.
En marzo de 1944, mediante el Decreto Ley 7618/44, se promulga el Estatuto del Periodista, que se perfecciona en la Ley 12.904 de 1946. Eran tiempos fundacionales en materia de derechos laborales, y legislar sobre los derechos de los trabajadores de prensa produjo, al decir del investigador James Cane, “importantísimas consecuencias para la rearticulación de las bases jurídicas e ideológicas de las relaciones entre el Estado, los periodistas y los propietarios de los diarios de circulación masiva.” En su art. 2, la Ley contempla a los reporteros gráficos como trabajadores de prensa. De allí en más, su representación gremial se dirimió dentro de los diversos y sucesivos sindicatos de prensa de todo el país.
Sin embargo, la particularidad de la Asociación como entidad profesional, custodia de la matrícula de los reporteros gráficos, se materializa el 20 de diciembre de 1951, cuando un Decreto de la Secretaría de Información estatuye una credencial que deberá ser reconocida por el Estado, facilitando la labor de sus portadores, y determinando que será la Asociación de Reporteros Gráficos la encargada de administrarla y otorgarla. Las credenciales número 1 y 2 son para Perón y Evita, y en una fotografía de entonces Perón la luce en la solapa, exhibiendo su sonrisa y una cámara Speed Graphic modelo Graphex en la mano.
En 1955 la Asociación y sus dirigentes pagaron muy caro ese estrecho vínculo, y debió pasar una generación entera de reporteros gráficos para obtener la personería jurídica de la Inspección General de Justicia a fines de 1973, con nuevos estatutos que expresaban cierto espíritu de época en sus objetivos societarios. Los tiempos habían cambiado, y vuelto a cambiar, y esa nueva generación resultó diezmada por el terrorismo de Estado inaugurado por la Triple A con el asesinato del fotógrafo Julio Cesar Fumarola, socio de ARGRA, y perfeccionado con el golpe de 1976. Muchos reporteros gráficos padecieron la persecución y el exilio, y dentro del país, una pertinaz represión y censura, traducida como complaciente auto censura en la mayoría de los medios de prensa.
En ese contexto nació, con timidez y coraje, la que sería la marca identificatoria de ARGRA, la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino. En el año 1981 un grupo de asociados produjo la primera exposición colectiva de fotografía de prensa, cuyo objetivo expreso era dar a conocer “aquello que los medios no pueden (o no quieren) mostrar”. En los dos años siguientes la Muestra saltó los límites de la fotografía y de la misma prensa, para pasar a formar parte de la resistencia que, desde distintos sectores como la lucha gremial, los organismos de DDHH, Teatro Abierto y otros, con diversas metodologías y herramientas, arrinconaban a la dictadura.
El retorno de la democracia significó, para la labor periodística, una apertura temática y legitimación pública sin precedentes, que en el caso del fotoperiodismo se tradujo en la exploración y puesta en imágenes de las secuelas del terrorismo de Estado, y de las contradicciones y fragilidades de la transición. La Muestra Anual se transformó así en hito y lugar de difusión de fotografías icónicas que contribuyeron a otorgar, a la Asociación, un espacio profesional de respeto y construcción colectiva.
La década de los ´90, con su saldo de concentración de medios, precarización laboral y hostilidad hacia la labor periodística, culminó para ARGRA en 1997, con el asesinato del socio José Luis Cabezas. Un homicidio, según la definición de la entidad en el juicio a sus responsables, “cometido desde la impunidad, para ostentar impunidad y garantizarse impunidad”. El crimen de José Luis desató un repudio generalizado y significó, para la Asociación, un esfuerzo institucional y un compromiso sostenido, que culminó con su aceptación como querellante en la causa criminal y la condena de los ejecutores del crimen.
Esta remarcada exposición pública generó un proceso interno profundo y redundó en un fortalecimiento institucional que se expresó en la adquisición de la primera sede social propia, el desarrollo de cursos y seminarios de capacitación y un profundo sentido de pertenencia al colectivo de trabajadores de prensa.
Durante la crisis del 2001 casi medio centenar de reporteros gráficos fueron agredidos o heridos en diversos episodios, pero la producción fotográfica resultó de innegable valor para denunciar y medir la represión desatada. Asimismo, fue la segunda vez que se reconoció personería a la Asociación, para apelar a la intervención judicial, con fines de preservar la integridad física de los socios y la garantía de su labor periodística. La denuncia de los asesinatos de los militantes sociales Kosteki y Santillán, hecha pública mediante fotografías, son la resultante y culminación de este proceso de toma de conciencia colectiva sobre el rol del reportero gráfico.
La última etapa de la Asociación está en consonancia con el período de consolidación del sistema democrático y ampliación de derechos que se inicia en 2003. Las Muestras Anuales de Fotoperiodismo ganan en organización, temática y difusión, y además logran convocar cada vez a más socios de las provincias, a quienes se devuelve la participación mediante muestras itinerantes. La formación profesional también se traslada a distintas regiones que, sumado a otras acciones, amplían la matrícula y la llevan a todo el país.
Esta creciente legitimación impulsa a su vez mayores compromisos con la actividad gremial, la discusión sobre nuevas tecnologías, su impacto en la profesión y una prolongada campaña en busca de mayor respeto por los derechos autorales, incluyendo la reforma de la Ley 11.723. Estas actividades se condensan y complementan con otras, en Encuentros Nacionales donde se privilegia el intercambio, el conocimiento profesional y se discuten, entre colegas de todo el país, estrategias comunes para abordar estos temas desde un ámbito colectivo federal.
Por último, por su vinculación con el presente libro, se destaca la conformación de la FOTOTECA ARGRA, que se plantea como la recopilación, puesta en valor, digitalización y preservación del mayor archivo fotográfico de prensa del país, que se está llevando a cabo con la activa colaboración del Archivo Nacional de la Memoria, y ya comienza a perfilarse como una red con sedes en Viedma y Córdoba, y en breve en Rosario y Tucumán. Su conformación y puesta a disposición de investigadores, docentes y organizaciones sociales, resultarán en beneficio de la conservación y difusión de la memoria colectiva.
La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina es resultado de una larga construcción, empeñada en la defensa de los intereses colectivos de los fotoperiodistas, y en la promoción de una profesión que ha sido ejercida con dignidad y responsabilidad por miles de trabajadores a lo largo y ancho de nuestro país. Esta selección de fotografías es también un homenaje a todos ellos.