Miércoles, 8 de Enero de 2025
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Por Javier Dumrauf
Martes, 14 de junio de 2016
La vejez no es una enfermedad, es una etapa natural de la vida
Este miércoles 15 de junio es el Día mundial de la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato a la Vejez, el cual tiene por objeto sensibilizar acerca del maltrato y abuso producido hacia las personas adultas mayores, que puede ser físico, psicológico, sexual, económico, social, institucional, por descuido o abandono, cultural, circunstancial o estructural.



El maltrato a los adultos mayores pocas veces se denuncia, ya que en la mayoría de los casos se origina entre los propios familiares o personas cercanas y de confianza y la violación a sus derechos se da también por omisión, falta de acción o indiferencia. Sabemos que las personas adultas mayores son discriminadas e invisibilizadas a diario. La práctica de internar a las personas adultas mayores, aún contra su voluntad, pone en evidencia lo extremo de esta problemática.

Desde el INADI trabajamos para deconstruir los prejuicios y estereotipos ligados a la vejez.

La vejez vista como una enfermedad: uno de los prejuicios más habituales es el de asociar vejez con enfermedad, reduciendo la vejez a un tema o problema médico. La vida del adulto/a mayor no debe identificarse con la enfermedad y mucho menos con que los cambios físicos supongan una necesaria pérdida de la capacidad para llevar adelante las actividades de la propia vida.

La descalificación intelectual: El prejuicio más común es el de asociar el envejecimiento con la pérdida de capacidad intelectual. No debe sustituirse la toma de decisiones respecto de las personas, sin considerar sus elecciones y opiniones. Se los concibe como sujetos aniñados, sin capacidad para manejarse por sí mismos, lo cual tiene consecuencias directas en la vida de los individuos.

La negación del erotismo: el deseo sexual está presente a lo largo de toda la vida, desde el nacimiento hasta la muerte. No obstante, es habitual la negación del erotismo y de la vigencia de la sexualidad durante la edad adulta. No debe representarse a los adultos y adultas mayores como seres asexuados/as (en contraposición con los modelos hegemónicos que sexualizan de manera excluyente la juventud) o bien desde el estereotipo de pervertido/a como “viejo verde” o “la viuda alegre”.

¿Cómo podemos cambiar estos prejuicios y actos discriminatorios?

Evitemos incurrir en la asociación inmediata entre vejez y enfermedad.
Promovamos nuevas prácticas por fuera del estereotipo del viejito/a enfermo/a
Desmediquemos el discurso sobre las/os adultas/os mayores.
Presentemos a la vejez como una etapa natural de la vida, y a las/os adultas/os mayores como sujetos plenos.
No infantilizarlos ni presentarlos disminuídos en sus posibilidades
No restringir el enfoque al cliché de la ternura respecto a la vejez (“la abuelita” o “el abuelito”), sino mostrarnos en posición adulta, como sujetos maduros, con capacidad física e intelectual, que pueden aportar y suscitar por si mismos/as.
Evitemos representar la vida cotidiana del adulto/a mayor a través de actividades sedentarias que refuerzan la idea de una pérdida de la vitalidad (el estereotipo de la abuela que teje).
No reducir a las personas adultas mayores a meras transmisoras de las tradiciones familiares: salir del estereotipo de la abuela que es solo fuente de consulta de recetas culinarias o el abuelo que instruye a los nietos en el juego de las cartas o dados


Mostremos a los/as adultos/as mayores integrados al presente de manera activa, sin caer en la caricatura de “el abuelo piola” o “canchero” en contraposición con la imagen puramente nostálgica que los presenta como sujetos anclados al pasado, que han perdido todo vínculo afectivo con la actualidad.
No reproduzcamos el estereotipo de viejo/a mañoso/a a determinados rituales y caprichos, refractario/a a los cambios y a cualquier irrupción de lo nuevo


Invitamos a organismos y actores sociales a tomar medidas de acción positiva para garantizar la no discriminación hacia los adultos mayores teniendo en cuenta sus principios rectores en materia de derechos humanos, como de dignidad, independencia, autorealización, participación, género y envejecimiento.

Desde el INADI asumimos el desafío de trabajar por la visibilización y el respeto de las personas adultas, su efectiva inclusión y el respeto por cada uno de sus derechos.




*Por Javier Dumrauf

Delegado del INADI Chaco


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