He leído con estupor ciertas defensas en torno a la figura presidencial anterior a MACRI y todavía no salgo del asombro. Me siento perdido en lo absurdo, oscurecido hasta lo mas triste.
Una figura representada por CFK nunca pudo desconocer los -des-manejos, tanto de LOPEZ como de DE VIDO. Así como los de tantos otros que están siendo juzgados. Pero ahí están los que entienden que el pretendido fin justifica los medios. Los que piensan en la necesariedad de la corrupción para la existencia de la democracia.
Si -de por sí- ya no es cierto señores míos, que el fin justifique los medios, mucho menos ciertos será un “pretendido” fin. Decimos “pretendido”, porque no se comprende como CFK y tantos otros -por lo menos- inútiles se llenan la boca hablando de distrtibución de la riqueza y mientras tanto también se llenan los bolsillos.
¿Adónde fue la razón señores?
¿Adónde fue el art. 28 de la Constitución Nacional?
Estamos en camino a entender que ni la figura de ALÍ BABÁ y sus cuarenta colaboradores, ni la de ALADÍN, cuyo palacio tuvo origen en el refriegue de una lámpara, han sido solamente personajes fantásticos de nuestra literatura oriental y en lejano tiempo. Lo que se recrudece con el avance de la tecnología, puesto que ahora los vemos tirando valijas o contando el dinero en vivo y en directo. Al parecer la respuesta está en la especie humana.
Aún así, no les dará vergüenza a algunos seguir defendiendo lo fantástico. Esa gavilla de mudos y tartamudos morales. Quiere decir que nos hace falta -y solamente a estas alturas- ver a CFK corriendo en bata con una valija llena de dólares como dijera un periodista, para que esta ridícula cerrazón termine.
Pues no será así, porque ahí estarán los fervientes “crédulos del proyecto nacional y popular”, “aportando hipótesis” respecto de qué es lo que estaría haciendo su jefa, como por ejemplo: ir a ayudar al prójimo con donaciones hechas en cualquier lado y a cualquier hora. O bien el pseudo argumento que les puede a mano, como aquél luchador que ya sin fuerzas tira arena en los ojos de su adversario para que no vea.
Un jefe de Estado no puede desconcer lo que hacen o deshacen sus subordinados. El proyecto se acabó, “para todos y todas”. Busquen otros referentes que los hay, y muy buenos. Párrafo aparte merece nuestra putrefacta justicia. Me ocuparé.
Si el compendio abreviado de una época aciaga tenían en otras épocas el patíbulo en cumplimiento de una sentencia, al decir de GALVEZ, hoy son esos procesos que exigiremos como ciudadanos que se ventilen a los cuatro vientos.