Más detalles de la detención del sospechoso de asesinar a Alejandro Benítez
Como resultado de un operativo a unos 15 km al norte de la ciudad de Tostado, personal de la Unidad Regional XII logró la detención de un hombre buscado por un homicidio ocurrido a principios de febrero en Villa Ángela, provincia de Chaco.
Todo comenzó ayer a media mañana cuando la jefatura de la departamental 9 de Julio tomó conocimiento de que un individuo en una moto Zanella 150 de color negra (se conducía por la ruta 95 desde Chaco a Córdoba) procuraba escapar de la policía chaqueña.
Así las cosas, móviles policiales fueron ubicados en distintos puntos sobre rutas y caminos rurales, a fin de lograr la detención del sospechoso, de 31 años.
Una vez detenido, con el secuestro del rodado y de una valija con ropa, fue trasladado a la Jefatura donde se le dio conocimiento del arresto a la Justicia y a la Policía de la provincia del Chaco.
Esta madrugada, una comisión policial de la vecina provincia llegó con un exhorto de la Fiscalía de Investigación de la Tercera Circunscripción Judicial del Chaco y trasladó al imputado de la muerte de Alejandro Sebastián Benítez, desaparecido el 7 de febrero y cuyos restos fueran encontrados en un paraje de Villa Ángela, días después.
El caso
Alejandro Benítez, un joven ladrillero de 24 años que llevaba un mes desaparecido en una localidad del interior del Chaco, fue hallado muerto en un paraje deshabitado próximo al lugar en el que vivía.
El cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición. Pese a ello fueron sus padres quienes lo reconocieron por una gorra y otras prendas que llevaba puestas.
La dramática noticia convulsionó a Villa Ángela, en el suroeste provincial, donde ocurrieron los hechos.
Allí, el 6 de febrero, el joven había sido detenido y llevado a la comisaría por “portación de arma blanca”. Según Aníbal Benítez, su padre, el arresto se debió a que Alejandro llevaba en su mochila un cuchillo doméstico. Pero dijo que era para partir una botella de hielo que también portaba en el mismo bolso.
Cuando el hombre se enteró de la detención, fue a la comisaría y descubrió que Alejandro había sido duramente golpeado. Lo liberaron horas después, pero el 7 de febrero desapareció. Cuando Aníbal quiso denunciar esa circunstancia, los policías no quisieron recibirle la presentación. Recién lo hicieron cuando un gendarme acompañó al padre de Alejandro y exigió que se le tomara su exposición.
A partir de allí, el caso se rodeó de un clima raro. “En la Justicia maltrataban al papá de mi hijo, le decían que se calle, que deje de molestar. Acá nadie lo quiso buscar”, dijo esta mañana, quebrada de dolor, la madre del joven.
La familia Benítez impulsó varias marchas, las que fueron apoyadas por cientos de vecinos, para exigir el esclarecimiento del caso.