El camino a la soberanía del pueblo Profesor Omar Rojo. Museo Histórico Regional
El 10 de febrero de 1912, el Congreso nacional sancionaba la ley 8.871 que posibilitó la reforma electoral impulsada por el presidente Roque Sáenz Peña. Esta serie de normas establecieron la obligatoriedad del voto para los ciudadanos nativos y naturalizados varones mayores de 18 años
Para poder posibilitar el cumplimiento de esta reforma, el Congreso sancionó otras dos leyes. La primera de ellas fue la Ley 8.129 de Enrolamiento General, sancionada por el Congreso el 4 de julio de 1911; la segunda norma fue la Ley 8.130 de Padrón Electoral, sancionada el 19 de julio del mismo año.
Previamente a la reforma electoral, el régimen político nacional era netamente excluyente, basado en el fraude, el soborno y la violencia política. Estas condiciones generaron la perpetuación de un régimen oligárquico.
Sáenz Peña, hombre del sector modernista del Partido Autonomista Nacional había llegado a la Presidencia de la Nación por el sistema antiguo, aunque enfrentado a la línea tradicionalmente conservadora y elitista del P.A.N. En su campaña electoral había prometido una reforma electoral, que empezó a cumplir cuando ordenó a su ministro del Interior, Indalecio Gómez, que comenzara a redactar el proyecto que implantaría el “voto secreto y obligatorio”.
Estas reformas fueron el producto de la presión política del radicalismo yrigoyenista, el cual había estructurado una fuerza política popular que se había negado a legitimar el fraude, rehusándose a participar en las "elecciones" y había optado por la vía revolucionaria para intentar acabar con el poder político de la oligarquía en los alzamientos de 1890, 1893 y 1905. Así, la reforma electoral fue el producto no únicamente del espíritu modernista de Sáenz Peña, sino de las negociaciones entre el caudillo radical y el presidente.
La primera aplicación de la ley Sáenz Peña fue en abril de 1912 en Santa Fe y Buenos Aires, y luego permitió que accediera al poder en 1916 el candidato por la Unión Cívica Radical, Hipólito Yrigoyen. Las mujeres, en tanto, continuaron bregando por el derecho al sufragio que sería sancionado en 1947 a instancias de Eva Perón. Más allá de las limitaciones en el ejercicio de los derechos políticos para amplios sectores, la reforma electoral de 1912 abrió el camino a los primeros gobiernos populares y la conquista por parte del pueblo de un abanico cada vez más amplio de derechos.