Tras ser relocalizados, tienen dificultad para usar las viviendas
Se trata de los beneficiados en las asambleas realizadas a través de Presupuesto Participativo. Pese al cambio que significó dejar de vivir en condiciones precarias; la falta de mantenimiento y limpieza podrían hacer decaer las casas que recibieron.
En medio del déficit habitacional, vecinos del barrio Esperanza, que fueron beneficiados con casas de madera que surgieron tras la demanda planteada en asambleas de Presupuesto Participativo de la Comuna, tienen problemas para la mantención de las viviendas. La situación surge, un poco por la dificultad para dar un uso a la misma y de los problemas de convivencia en el contexto del barrio.
En una recorrida que realizó época en la zona, para charlar con los habitantes acerca del impacto que pudiera haber ocasionado este cambio estructural en sus vidas, lejos de destacar las bondades de contar con una casa que posee las instalaciones necesarias para una mejor convivencia, se quejaron por el deterioro ocasionado por la falta de mantenimiento.
“Falta rellenar la base porque con cada tormenta vibra, hablamos con el ingeniero por el tema, pero igual nosotros colocamos más tierra”, dijo a época Javier Aguirre, quien vive con su señora y tres niños en una de las casillas de madera.
A su turno, Sebastián Sánchez, actual pareja de Gladis Aguirre, también beneficiaria de las viviendas, coincidió con el vecino y se refirió sobre todo “a la falta de relleno de la base”. El hecho puntual no significa más que un inconveniente doméstico que requiere de un pequeño esfuerzo adicional de los habitantes, que consiste en buscar tierra de los baldíos que se advierten en el barrio para dar solución al inconveniente.
Cabe recordar que se trata de unos complejos habitacionales tipo bungalow que miden 10 x 10; poseen lavaplatos con azulejos; un desayunador que se plega de manera que se pueda utilizar la planta baja como habitación y un semipiso que posibilita que los niños puedan ocupar el espacio superior y los adultos la planta baja.
En junio de 2011, inició la primera construcción del prototipo para una mamá soltera. Otras trece familias estaba previsto serían beneficiadas tras un relevamiento realizado por Asistentes Sociales para determinar quienes serían los destinatarios.
Actualmente hay edificadas siete casas, en tanto otros vecinos están en proceso de espera. “En abril vinieron a construir la base, estamos a la espera de que continúen las obras”, comentó en ese sentido, César Sánchez, quien vive con su mujer y una hija de 2 años.
En su mayoría, los beneficiarios de estas casas son familias que viven de las changas; madres solteras beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo y que poseen pocos ingresos. Pero el problema se advierte en quienes ya poseen su casa y no han logrado desprenderse de prácticas anteriores que radica en la acumulación de objetos y la falta de limpieza; que hacen al desorden y deja en evidencia cierto abandono.
Un ejemplo de ello son los aledaños de cada vivienda, donde se observa como circulan canales de aguas servidas, que fueron trazados por las familias pero que corroen el suelo donde se encuentran las bases de las casas. Asimismo generan humedad en las paredes de madera.
En el caso de los sanitarios, que son letrinas; fueron construidos en el patio pero los vecinos sostienen que poseen problemas en el desagüe, esto genera la acumulación de la materia fecal en la superficie y se convierte en focos infecciosos para los niños que merodean en el patio, ámbito de circulación constante.
“Esto que corre por acá va a terminar perjudicando a la base, pero viene de la casa de una vecina que ya le pedimos que mejore el desagüe y no hace caso, además es muy boca sucia y nos cansamos de pedirle que solucione el problema”, resaltó Javier ofuscado.
Por su parte, Mario Silva de Desarrollo Humano y Economía Social de la Comuna indicó a época días atrás, que el grupo de casas forma parte de un plan de relocalización que abarca a 26 familias.
Habló del impacto positivo que significó el cambio estructural que implica dejar de vivir en casillas precarias confeccionadas con chapas de cartón y restos de materiales en desuso. Insistió que el proceso fue de a poco y llevó poco más de dos años. “Porque los cambios no se hacen de la noche a la mañana”, remarcó.
Pero pese a ello, las familias no han cambiado su forma de vida; tal es así que muchos continúan con la cría de animales para auto abastecerse; entonces prolifera el estiércol y restos de alimentos.