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Mariano Moro
Miércoles, 2 de mayo de 2018
Trabajo-El desafío Argentino
Algo que está flotando en el inconsciente argentino es esta pregunta de cómo siendo uno de los países con más riquezas naturales, con mejor índice demográfico, con un pueblo de gran cultura y con opinión, nos cuesta tanto progresar económicamente, y cuando otros países similares hacen foco en otras cuestiones, nosotros todavía no podemos superar aspectos básicos de la economía doméstica.


En esta línea de pensamientos hay quienes enfocan la cuestión desde la responsabilidad del gobierno de turno. Por ejemplo un sector de la oposición alega que el gobierno actual instaura políticas neoliberales con ajustes en tarifas con gran impacto en los sectores más vulnerables. Por su lado el gobierno alega que los servicios tienen su costo, el que ya sea por vía de cobro a los usuarios o por subsidios, en última instancia es pagada por la sociedad. Entre estas discusiones autistas y sectoriales, esta incapacidad de dialogo serio entre la dirigencia, se desangra el pueblo.

El problema es que la economía no arranca, y hay sectores a los que les cuesta mucho insertarse en el mercado laboral. En este sentido el problema va más allá de la superficie y se inserta en las profundas estructuras de la sociedad. El alto grado de corrupción que se insertó en la gestión pública, nacional y provincial, que aún hoy sigue aflorando, no solo se limitó a la esfera pública. Así funciona la corrupción, en tanto coopta todos los estamentos sociales, y lo característico de la corrupción es la ineficiencia.

La corrupción apunta a la ineficiencia como un cáncer que infecta los aspectos más vulnerables del sistema de forma tal que anestesia las herramientas más genuinas para sustituirlas por las más obsecuentes, de forma tal que empodera a quienes se someten a la escala jerárquica del poder que corrompe. El resultado en una estructura social que se asienta sobre un conjunto de lealtades a quien detenta este poder, lealtades generalmente sostenidas por quienes carecen de capacidades suficientes para generar sus propias soluciones. Lo grave de esto es que destruye toda posibilidad de generar crecimiento sano y sostenible en la economía.

Esto evidencia que el cambio que enfrentamos o que necesitamos no se limita al color político ni ideológico del eventual gobernante de turno, sino que debemos desactivar todo un esquema de producción ineficiente solo sostenido por el apoyo de la corrupción, y empezar a generar actores económicos con capacidad para ser eficientes, competir y producir crecimiento genuino. Esto no es espontáneo y lleva mucho tiempo porque hay que formar a todo el sector productivo. Por otro lado tiene un efecto directo en quienes vienen acostumbrados a la asistencia estatal aun siendo ineficientes.

De cualquier forma, lo primero que necesitamos es sincerarnos y saber que esto no lo resuelve un gobierno, sino que son todos los sectores sociales, los dirigentes, los intermedios, los profesionales, los sindicales, los que tienen que comprometerse y capacitarse para generar consensos básicos estableciendo políticas públicas que tiendan a superar las miradas sectoriales.

El trabajo no se honra con un saludo ni con actos de festejo ni con manifestaciones multitudinarias manipuladas por sectores interesados, El Trabajo se Honra creando las condiciones instrumentales que garanticen la posibilidad de aprendizaje, de formación, de recompensa al esfuerzo, de remuneración acode a este esfuerzo, lo que además hace que los logros personales sean el fruto de este esfuerzo. Esta ética del esfuerzo además empieza desde la cuna, en la casa, en la escuela, en el colegio.

Esta forma de ver la vida, no es responsabilidad de un gobierno, sino de todo el pueblo. Por eso es el pueblo Argentino el que debe determinar qué tipo de valores éticos sostiene, si seguimos sin calificar a los alumnos por miedo a que se frustren, si seguimos llenando de agentes obsecuentes los sectores públicos, si seguimos con un régimen de contrataciones estatales realizadas en la oscuridad, o si por el contrario empezamos a enseñar a nuestros hijos que las cosas no son gratis, que las acciones personales tienen consecuencias y hay que afrontarlas, que el esfuerzo personal es la única vía de mejorar y sostener la autoestima, que en la vida hay que prepararse y esforzarse no solo por uno, sino por quienes nos rodean y por la sociedad toda. La elección está en la mesa!.


MARIANO SEBASTIAN MORO
Director Grupo Ambientalista UNA TIERRA


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