La fórmula Fernández-Fernández es el kirchnerismo de siempre
El reciente anuncio de la candidatura a vicepresidente de Cristina Fernández de Kichner y la exótica proclamación por ella misma de Alberto Fernández como presidente, lejos de ser un “renunciamiento” o un acto de “generosidad política” ,es una movida realizada con el fin de tratar de superar el bajo techo electoral que la acompaña desde el 2013 y el amplio rechazo que cosecha su figura en amplios sectores del electorado, reducido hoy al espacio duro de seguidores del kirchnerismo.
La movida aparece luego del resultado electoral en Córdoba, precedido de resultados electorales provinciales negativos para el macrismo y el kichnerismo, y que significó un notable avance de la referencia nacional de Alternativa Federal como la propuesta política de la recuperación del trabajo, la producción, la honestidad en la política para estas elecciones del 2019.
Esta nueva engañifa de Cristina está destinada al fracaso, así como fracasaron sus intentos de entronizarlo en el 2015 a Anibal Fernández como gobernador-títere en la provincia de Buenos Aires, o a Zannini como vice para controlarlo a Scioli , fundamentalmente porque es infantil hacerle creer a la gente que ella no va a seguir siendo el poder detrás de las sombras. Las declaraciones de Alberto Fernández de que gobernará consultándole todo lo que haga a Cristina no dejan dudas quien mandará en este eventual doble comando presidencial.
La autodenominada “nueva fórmula” es , en sus apellidos y en su concepción, el mismo kirchnerismo de siempre, rechazado fuertemente en los últimos años por una parte importante de la sociedad, por percibirlo como un regreso al pasado de fracaso y corrupción, más allá de la cara amigable que le pongan.
La sociedad argentina está vislumbrando en el avance y crecimiento de Alternativa Federal un camino distinto al presente de ajuste, especulación financiera y pobreza del macrismo y las posibilidades de que esto así sea están hoy más vigentes que nunca, más allá de algunos manotazos de desesperación de la política del pasado.