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RUMBO DE LA ECONOMÍA
Viernes, 3 de enero de 2020
Sindicalistas argentinos, en alerta por los acuerdos con China debido a las malas condiciones laborales que impone el régimen
El gobierno argentino busca cerrar convenios con Beijing para intentar atravesar la situación económica. El estado chino es experto en precarizar la mano de obra

Tanto en 2015 como en 2016, gran parte del sindicalismo argentino mostró los dientes ante los contratos que los gobiernos de Cristina Kirchner primero y Mauricio Macri después firmaron con China: según se temía a la luz de cierta experiencia internacional, esos entendimientos comerciales podían ocasionar la llegada masiva de trabajadores asiáticos, generar una reducción de los salarios locales o flexibilizar los derechos laborales en nuestro país.

Hoy, cuando la flamante administración de Alberto Fernández se propone profundizar los acuerdos con Beijing en busca de inversiones, ese mismo sindicalismo mantiene las luces de alerta. Para evitar futuros problemas, de todas formas, en la CGT y algunos gremios ya prevén que le pedirán al Gobierno que cualquier eventual convenio con el presidente Xi Jinping contemple taxativamente el respeto por las leyes, convenios y condiciones laborales de los trabajadores argentinos.

Los miedos de la dirigencia gremial por las implicancias de los acuerdos con China no son caprichosos: el despegue económico del gigante asiático trajo aparejada una fuerte expansión a otros mercados del mundo, sobre todo en países de América Latina y de África, pero con el desembarco adicional de problemas que existen en el régimen, como la poca preocupación por el cuidado del medio ambiente y la casi nula protección de los derechos laborales, con sobreexplotación horaria, salarios bajos, casos de trabajo esclavo, persecución de los huelguistas e importación de mano de obra barata.

¿Podría suceder lo mismo en la Argentina si se produjera una oleada de nuevas inversiones chinas o se ratificara el aporte económico de ese país a proyectos de infraestructura que están vigentes, como la construcción de centrales nucleares, represas o la renovación del sistema ferroviario? La preocupación crece. Las experiencias en otras partes del continente generan desconfianza.

El secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, Gerardo Martínez, vivió su experiencia en Neuquén, Tierra del Fuego y Santa Cruz. Allí, los que mandaban eran todos de nacionalidad china. Admitió a Infobae que “a veces es otra la realidad que se da en América Latina y en África”, al aludir a las consecuencias “indeseadas” de las inversiones chinas, aunque negó que “los negociadores del sector inversor quieran traer 300 chinos y pretendan que acá sea su territorio». Pero reconoció: “En la hidroeléctrica de Santa Cruz, la tecnología y los mandos medios son de trabajadores chinos para garantizar el funcionamiento”.

“No queríamos ni queremos un contingente de trabajadores chinos porque nosotros podemos hacer cualquier trabajo”. Gerardo Martínez, titular de la UOCRA.
Este sindicalista -titular de UOCRA- fue uno de los que en 2015 criticó los acuerdos que Cristina Kirchner firmó con Xi Jinping, que permitieron que China tuviera facilidades para inversiones con adjudicación directa y que incluyó la polémica autorización para que el régimen de Beijing construyera una base de observación espacial en Neuquén en un predio de 200 hectáreas cedido en forma gratuita por 50 años y con exenciones impositivas.

“Tuve esa postura por las dudas. No queríamos ni queremos un contingente de trabajadores chinos porque nosotros podemos hacer cualquier trabajo”, señaló Martínez, que en aquel momento, en una postura compartida por la UIA, llegó a enviar una carta a los legisladores para que rechazaran los convenios firmados por la actual vicepresidenta.

La costumbre reciente de Beijing en otros países no es tan flexible como su sistema laboral. Los requerimientos para otorgar créditos o inversiones son tales que los gobiernos necesitados de dinero fresco -como es el caso de la Argentina- acceden a casi cualquier petición con tal de obtenerlo. Los ejemplos en la región abundan: Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú pueden dar fe de la explotación de sus recursos naturales a cambio de promesas millonarias. Obras de infraestructura, represas, centrales eléctricas y mineras cuentan más personal chino que local en sus emprendimientos. Sobre todo en los mandos altos. ¿Por qué sería diferente en nuestro país? En la base de “observación” neuquina esta lógica funciona al extremo: sólo personal chino circula en sus instalaciones.

Rubén Cortina, secretario de Asuntos Internacionales de la Federación de Empleados de Comercio (Faecys), tiene una postura muy tajante ante la posible irrupción de la amenaza china en la Argentina: “La CGT y nosotros, desde el Sindicato de Comercio, no aceptaremos ningún acuerdo comercial que flexibilice las normas laborales, algo que, por otra parte, es imposible de concretar porque sería ilegal”, afirmó a Infobae.

“LA CGT y nosotros no aceptaremos ningún acuerdo comercial que flexibilice las normas laborales”. Rubén Cortina, secretario de Federación de Empleados de Comercio (Faecys).
Aun así, el sindicalista, que preside la UNI Global -una federación internacional que agrupa a unos 20 millones de afiliados de sindicatos del área de servicios- se muestra cauto al hablar sobre esta cuestión: “Habría que ver qué tipo de acuerdos finalmente firmará Alberto Fernández, sus características y qué filosofía se pretendería aplicar con esos entendimientos porque es cierto que nadie hace nada gratis desde el punto de vista comercial».



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