Agosto es un mes cargado de malos augurios para los pueblos ancestrales, mes de desgracias para la tierra. Es tiempo de adorara la Pachamama, y pedir por buenas cosechas y por buen tiempo, para que el clima ayude a crecer a los animales y a las plantas.
Pacha, para los primitivos dueños de la tierra es el universo, el mundo, mientras que Mama es la madre.
El 1 de agosto, en toda América Latina, se revive el ritual de agradecimiento a la tierra, un mito que resistió a la conquista y colonización española, y desde los ámbitos rurales, hoy se ha introducido en las creencias urbanas.
En las provincias del norte argentino, luego de compartir un almuerzo o cena comunitaria, los vecinos cavan un pozo en la tierra, y arrojan allí alimentos y bebidas, para dar de comer y beber a la Pachamama. Luego tapan el pozo y tomados de la mano danzan alrededor del hoyo, para expresar el espíritu de solidaridad que reina entre los pueblos originarios.
La Pachamama es la dueña de los animales y sale en agosto – según la creencia ancestral - a castigar a aquellos seres humanos que hayan tratado mal a aquellos. Siempre va acompañada por un puma, una vicuña, una vizcacha y un suri.
Esta es una forma más de la resistencia cultural que han tenido las naciones indígenas, y a través de la tradición oral, continúan dando batalla contra el colonialismo extranjero y sus socios locales, para respeto de su propia cosmovisión.