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LA JUSTICIA EN LA MIRA
Jueves, 30 de enero de 2025
Violencia vicaria: ¿qué es y cómo se puede detectar?
La abogada, Estefania Galeano explicó a EsChaco lo que implica la violencia vicaria y por qué es tan importante que las personas puedan detectar este tipo de agresión que, en casi todos los casos, no llega a instancias físicas, sino psicológicas, que afecta a las mujeres madres, y a sus hijos.



Escribe Pamela Soto para Eschaco


La violencia vicaria se ejerce a través de la victimización de personas cercanas a la víctima principal, con el objetivo de causarle daño emocional y psicológico. Para conceptualizar, es necesario decir que es un tipo de violencia “nueva” que se ha detectado en los últimos años y que en Argentina no está reconocida por ninguna ley ni en el Código Penal.

El agresor puede utilizar a los hijos como una forma indirecta de afectar a la pareja o expareja. Las formas más comunes de ejercer esa violencia es a través de amenazas con hacer daño a los hijos; maltrato físico o emociona a los niños; y manipulación y control con el fin de ejercer poder sobre la víctima.

Es particularmente dañina tiene consecuencias devastadoras para las víctimas indirectas (como los niños) afectando su bienestar emocional y su desarrollo, y para la víctima. Por eso es importante tomar medidas tanto en el ámbito legal y como en el social, ofreciendo apoyo adecuado tanto a las víctimas directas.

Estefania Galeano, abogada, presidenta de la Asociación Abogadas por Chaco, trabaja permanentemente con víctimas de violencias de género, casos de vinculaciones familiares, régimenes de visitas, cuotas alimentarias; y explica que “la violencia vicaria es un tipo de violencia género que no está reconocida en la legislación nacional ni internacional”. “Dónde más se ve es cuando los progrenitores (padre) no cumple un régimen de visitas pero no por no cuidar al hijo, sino para perjudicar a la madre. También los buscan fuera de hora o antes. El caso más grave que tuve fue un padre que sacó del jardin a su hijo y la madre no fui más a su hijo por varias semanas. Ataca a la salud mental de la madre porque las mujeres ejercen una crianza 24/7 aún cuando no están con sus hijos, al no saber, están permanente preocupadas, si el nene come, si va a la escuela, y eso las afecta muchísimo”, detalla.


¿CÓMO INICIA?
La violencia vicaria inicia cuando la mujer decide romper el círculo de violencia puertas adentro de la pareja y se separa. Como el agresor pierde control, esa violencia empieza a ser ejercida a través de los hijos. “Los hombres empiezan a violentarlas a través de los hijos. Tengo casos en los que actuó la Justicia a través de una medida perimetral, o se busca una forma que no tengan en contacto, pero el hombre siempre busca la manera de seguir teniendo en contacto con la mujer si o si”, sostiene la letrada.

Al mencionar ejemplos, recuerda situaciones en la que el agresor busca comunicarse con la víctima bajo la excusa de retirar a los niños en el marco de un régimen de visitas, y ahí le aprovechan para violentarlas, eso es un claro episodio de violencia vicaria. También, advierte que “en los casos que tuve los padres, en realidad no les interesa mucho ver al hijo, ni tener una relación con el hijo, sino que violentar a la mujer y que la mujer esté 24-7 preocupada”.



¿SE PUEDE PREVENIR?
La violencia de género en Argentina es un delito que se define como cualquier acción que cause daño a una persona por su género. Puede ser física, sexual, psicológica, económica o simbólica. Si no se previene con medidas directas para proteger a la víctima, puede desencadenar en un femicidio.

En nuestro país, los datos de los observatorios de la violencia de género alertan que una mujer es asesinada cada 24 horas. El 58% de los femicidios son cometidos por la pareja o ex pareja de la víctima; y el 66% de las víctimas de femicidio son asesinadas en su domicilio, trabajo o en la vivienda que compartían con el femicida.

¿Por qué es importante tener estos datos de contexto? Porque la violencia vicaria ni siquiera está reconocida legalmente y, con las políticas públicas de vaciamiento que impone el actual Gobierno nacional, es muy difícil garantizarle protección a las víctimas. De ahí la necesidad de que la Justicia utilice las herramientas legales que si tiene para atacar, al menos, los casos de violencia que se denuncian.

“La mujer no tiene manera de prevenir la violencia vicaria. Además, si tiene que denunciar, consultar con abogados, etc, significa que estamos depositando en la responsabilidad otra vez en las mujeres ese ‘hacer algo’. Se pueden buscar las herramientas para poder manejar esa situación sobre todo porque la Justicia no reconoce a la violencia vicaria como otro tipo de violencia de género, entonces no hay herramientas específicas para atacar esta problemática”, analiza Galeano.

En ese sentido, asegura que aún el sistema judicial “no tiene lugar para dar una respuesta a la víctima de la violencia vicaria, como tampoco existen medidas para atacar la violencia de género en general. En la mayoría de los casos se otorga una prohibición de acercamiento, ordenan tratamiento psicológico y ya está, creen que eso resuelve todo cuando no están resolviendo nada”.

En su tiempo como abogada atendiendo este tipo de casos de violencia, se logró que el equipo interdisciplinario del Poder Judicial detecte que el padre sí ejercía una conducta violenta a través de la hija, hacía la madre, pero solamente se dictó una prohibición de acercamiento y eso no resolvió la situación de violencia.

“En principio, el sistema judicial no está preparado para atender estos casos. En el caso de la violencia vicaria, se puede detectar solamente la violencia hacia los niños cuando hay un maltrato físico o psicológica cuando el niño es capaz de transmitirlo. También existe un problema que es la concepción de los Juzgados, por ejemplo de Familia que tienen a la familia como lo importante y que debe estar unida, entonces no tienen en cuenta las violencias muchas veces”, analiza la abogada en diálogo con EsChaco.

El otro inconveniente es la naturalización de que “así son las separaciones” cuando hay conflictos en una pareja recién separada. Cuando empiezan a sentir que las agresiones directas o indirectas son insoportables y suponen un peligro para la víctima y sus hijos, muchas veces ya se está en una situación compleja de violencia. En el caso de la violencia vicaria, se normaliza o naturaliza las situaciones como parte del proceso de separación de una pareja con hijos, lo que sucede es que genera un enorme daño psicológico en las infancias y adolescencias que la sufren.


EL ROL DE LA JUSTICIA
“La Justicia te puede dar algunas respuestas económicas, te puede dar una prohibición de acercamiento para que el agresor merme esa conducta que no siempre desaparece, te puede garantizar un ingreso económico a través de la cuota alimentaria, asegurar que tenes un hogar donde criar a los niños para que la mujer esté tranquila. Pero el camino para que la Justicia tenga realmente su rol que es el de lograr el cese total de la violencia, es largo”, señala Estefania Galeano.

Pero para la letrada existe un contexto interno en el Poder Judicial y prácticas que requieren de un trabajo particular que comenzó con algunas medidas como la Ley Micaela que capacita obligatoriamente a los agentes de la Justicia en cuestiones de perspectiva de género. Solo que hoy, todo eso está suspendido.

En el caso de los jueces de Familia -relata Galeano- muchos no tienen idea del caso, leen expedientes pero no se involucran personalmente en los casos. Dictan medidas en base a los informes de un equipo interdisciplinario que evalúan a las víctimas y emiten consejos para que el juez o jueza tome una decisión. “Yo pienso que se debería hacer un trabajo particular en cada caso porque no todos tienen la misma solución, no todos los casos pueden terminar en revinculación de los niños con sus progenitories, ni tampoco todos los casos se resuelven con prohibiciones de acercamiento. Hay que ponerse a pensar entre todos los involucrados porque lo que hay que buscar es cómo le podemos dar paz a las partes, a las víctimas de una violencia”, reflexiona.

En ese sentido, asegura que una de las formas de atender los casos de violencia es con seguimiento al agresor y no a la víctima como sucede ahora. “La mayoría de las mujeres víctimas de violencia ya están en un proceso de terapia psicológica porque muchas veces es la única forma de sanar o tolerar lo que sufrieron o sufren, y no lo hacen como una obligación sino para estar bien. La Justicia no puede obligar, nuevamente a las mujeres a hacer tratamiento, pero sin hacer seguimiento de si el agresor hace algún tratamiento psicológico especializado para dejar de ser violento”, opina.

Asimismo, Galeano sostiene que el rol de la Justicia no puede quedarse en medidas preventivas aisladas y sin atención de la situación de violencia, “es necesario buscar una solución que no sea crear otra fiscalía o juzgado que reproduzca las mismas prácticas y no genere un cambio, mucho menos cuando aparecen nuevos tipos, como la violencia vicaria que crece y no existen herramientas concretas para atacarla”.


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