La demanda de mayor atención para las comunidades originarias en la provincia necesariamente deberá atravesar por una etapa en la que la educación deberá transformarse en la llave de nuevas iniciativas para el desarrollo sustentable.
No es que no se estén haciendo esfuerzos en esta materia en todos los rincones de la provincia, pero la historia ha demostrado, en una etapa crucial del desarrollo del potencial de nuestro país, que una medida estratégica en el momento oportuno constituye un un empujón trascendental para los vida de los pueblos.
En ese contexto debe interpretarse el impacto de la expansión de la educación técnica en nuestro país a partir del impulso que el primer gobierno de Perón le otorgó. La historia debe enseñarnos también que los esfuerzos en esta materia deben estar impulsados por políticas de estado, que trasciendan los gobiernos.
A fines de marzo, aprovechando mi licencia anual, fui afortunado de ser recibido por Su Santidad en la residencia de Santa Marta. Tuve la oportunidad de saludarlo y aproveché la reunión para transmitirle la experiencia de un grupo de aborígenes wichí de la zona de El Sauzalito en relación con la demanda de capacitación en oficios que plantean estos pueblos originarios. Justamente le entregué como regalo un tríptico tallado en palo santo, con imágenes religiosas, hecho por aborígenes wichí, que el Santo Padre agradeció profundamente.
Este grupo de jóvenes wichís, encabezados por Marcelo Luna, y su grupo de trabajo, buscan del Estado, no un sostenimiento permanente sino herramientas para llevar adelante acciones de desarrollo por su propia cuenta.
“Ahora están poniendo énfasis en construir una cancha de vóley, que para un lugar como ese, es un aporte al esparcimiento, que en El Sauzalito, no abunda, pero también buscan que los miembros de la comunidad puedan aprender oficios”, le comenté a Francisco.
El caso despertó el interés del Papa, que consideró la necesidad de una nueva expansión de la educación técnica hacia los lugares donde todavía no ha llegado, como se hizo ya en nuestro país en 1946. “Los jóvenes tienen que trabajar. Hay que enseñarles y darles lo que ellos piden”, me apuntó Su Santidad.
La ampliación de la enseñanza técnica, fue una de las primeras acciones del primer gobierno de Juan Domingo Perón, de modo gratuito para todo obrero, artesano o empleado que viviera de su trabajo y para los que dependieran de ellos, daba a los estudiantes un futuro trabajo que no solo permitía desarrollar sus inclinaciones personales, sino que servía a las necesidades del estado al promover el desarrollo industrial y la modernización.
El Estado nunca terminará de saldad la deuda de reparación con las comunidades aborígenes en el Chaco, como parte de esos esfuerzos, y tal como dijo el Papa Francisco, hay que darles a ellos lo que ellos piden. Y en buena medida los reclamos ya no pasan por el simple asistencialismo. Es nuestro deber empatizar correctamente el mensaje y encaminar los esfuerzos para que esa reparación tenga el fin que ellos están demandando.