Javier Álvarez ante un triunfo claro abortado por un corte en su cabeza
En el club Don Bosco, Javier Alvarez volvió al boxeo del cual se había alejado un par de años. Pensé para mi qué difícil le resultaría a Javi enfrentar a un rival arriba del ring que volvía a boxear apenas tres meses de su último combate. Me refiero al santafesino Alejandro Burela. Pero grande fue la sorpresa de mi profecía.
Desde el primer round se planteó un combate en el que primó el respeto de los contendientes a sabiendas de lo que cada uno cargaba en su alforja de servicios. Lentamente el chaqueño fue llevando el combate a su ruedo. Tuvo la iniciativa, manejó bien las dos manos con variedad de golpes y supo en forma inteligente dar el paso atrás en el momento justo. Burela, por su parte, tenía su estrategia que en realidad fue insuficiente. Brazos más cortos y menor estatura no le favorecían en la distancia. Trató de llevar el combate a la corta distancia.
En el segundo asalto Javier tomó la confianza. Podríamos decir, parangonando al automovilismo, que se “amoldó” al circuito. Esto fue fundamental para ir volcando paulatinamente las tarjetas a su favor. Es cierto que también sintió en algunas oportunidades el “toque” del santafecino ,que hizo sonar el timbre para decirle a Javier Alvarez: “Aquí estoy, soy Burela”.
El tercer round no fue sorpresa. El chaqueño siguió fiel al plan planteado por su segundo (su propio padre). A esta altura podemos anotar que Javi abusó al bajar en demasía la guardia.
En el cuarto round esperábamos una acción más clara de Javier Alvarez cuando involuntariamente sobrevino el encontronazo de las cabezas en el que el chaqueño fue el más perjudicado, pues se ganó un corte sobre el arco superciliar izquierdo de bastante profundidad desde donde manaba abundante sangre, lo que hizo que el médico de turno decidiera que se termine el combate. Fueron a las tarjetas y por unanimidad los jurados se volcaron a favor del chaqueño. Fue un triunfo justo de un hombre al que se vio entero y con muchas ganas de seguir en el ruedo. Esto le hace muy bien al deporte de los puños del Chaco, al que le está faltando un auténtico ídolo.