Algo Habrán Hecho Ellas. Mujeres en la historia chaqueña
El siguiente texto es extraído de la presentación del libro “Algo
habrán hecho ellas. Mujeres en la historia chaqueña”, editado por el Museo del
Hombre Chaqueño como un trabajo de investigación colectivo que contiene una
muestra itinerante y una convocatoria permanente que busca rescatar figuras
femeninas destacadas en todo el territorio provincial
Parte de esa muestra está exhibida en el Museo hasta el 11 de marzo, centrada
en la mujer y la política en el Chaco y en el contexto nacional e internacional.
Preguntas y Cuestiones
¿A quiénes recordamos en la historia nacional? ¿Y en la provincial? ¿De qué
forma otorgamos relevancia a los aportes de unos y otros?
Sabemos que la designación de próceres, el reconocimiento al ponerle sus
nombres a calles y a otros lugares públicos, al trasmitir sus historias de vida en las
escuelas, son decisiones que traducen esa relevancia de esas personas para un
colectivo.
El rol de la mujer se vinculó durante mucho tiempo exclusivamente al espacio de
la vida doméstica, a las tareas de la casa, a la crianza de los hijos. Durante el
primer siglo de historia, algunas de las mujeres reconocidas públicamente fueron
las madres, las esposas o las hijas de esos próceres.
Hace un poco más de treinta años comenzó un cambio con respecto a la forma de
escribir la historia. Cambió su eje discursivo hacia los grupos marginales o
carentes de poder, entre los que se encuentran las mujeres. Esto dio lugar a lo
que se conoce como historia de género, en que las investigaciones historiográficas
exponen una historia en la que las mujeres dejan de ser víctimas, compañeras,
“parientes de”, para convertirse en protagonistas.
Durante mucho tiempo las mujeres, las latinoamericanas, las argentinas y las
chaqueñas, han estado olvidadas de la historia. La invisibilidad se debe al
confinamiento casi excluyente de la dedicación femenina a tareas en los espacios
privados –a cargo de la reproducción material y doméstica–, trabajo no valorizado
ni remunerado, y por ende menos merecedor del discurso historiográfico que la
labor pública, preservada para los varones. Otro motivo de esta invisibilidad son
los pocos registros existentes del paso de aquellas mujeres que fueran pioneras
en tareas públicas. Hurgar en documentos oficiales da cuenta de la naturalización
de su exclusión como parte del quehacer social.
Si bien la mujer comenzó a tener presencia en la historiografía en la década del
70, fue a fines del siglo XIX que comenzaron a organizarse para reclamar
derechos a ser consideradas sujetos políticos, exigiendo derecho a ejercer la
ciudadanía por medio del sufragio. Una vez adquirida la igualdad civil –derecho a
votar–, la lucha continuó hasta obtener derechos vinculados con la elegibilidad. A
nivel nacional, es insoslayable mencionar la incansable lucha de Alicia Moreau,
Julieta Lanteri y Eva Duarte, entre muchas otras.
La Mujer en el Chaco
Una primera observación respecto del reconocimiento de las mujeres chaqueñas,
puede advertirse en la escasa presencia de sus nombres en las calles que
recuerdan a personajes destacados, ni tampoco instituciones públicas/privadas.
Un ejemplo de esto es que en la ciudad de Resistencia -capital de la provincia del
Chaco- sólo 30 calles de más de setecientas llevan nombres de mujeres; esto
equivale a no más de 3% (estadística realizada al 2010). En este porcentaje se
incluyen nombres tales como: Isabel la Católica, Virgen del Valle, Santa Clara de
Asís, Remedios de Escalada, Alicia Moreau de Justo, Eva Duarte de Perón,
Alfonsina Storni, Victoria Ocampo. Los nombres de mujeres chaqueñas o que
aparecen con este reconocimiento en la historia local, son apenas diecisiete: Rita
Agote de Sustaita, Cecilia Berdora de Serens, Ángela C. de Bouvier (calle y
pasaje), Adelina del Carril, Mercedes M. de Douvivier, Yolanda Pereno de
Elizondo (calle y pasaje), Leonidas González Montaner, Celmira Gonzevat de
Cabral, Rosa Guaru, Alicia Le Saige, María Moisan, Cármen viuda de Ross (calle
y pasaje), Santa Vicenta María, Nicasia Magan de Bouzada, I. Etcheverrigaray,
Estefanía Selaya de González, María Sáenz de Bernet. Pero, además de sus
nombres ¿qué sabemos de ellas?
Para finalizar, citamos a Dora Barrancos en su libro “Mujeres en la sociedad
argentina” cuando dice que: “No puede decirse que la historia ignorara a las
mujeres, sino que apenas justipreció su participación más allá de los círculos
domésticos y de la esfera de la intimidad. Nuestros historiadores fundacionales
pudieron vislumbrarlas como cooperantes y aun como participes decisivas en
situaciones de crisis y de riesgo colectivo, pero prevalecieron los signos de una
identidad femenina bien conocida hasta nuestros días: se atribuía a las mujeres
debilidad física, intelectual y moral, así como exceso de sentimentalismo”.