A pesar de ser inteligentes, tanto hombres como mujeres hacemos tonterías. Por eso hoy quiero hablarte de dos actitudes que las mujeres inteligentes debemos erradicar para no hacer cosas tontas: la soberbia y la sumisión.
Ser soberbia significa aferrarte compulsivamente a una manera de ser o de actuar, y no cambiarla. Cuando sos una persona soberbia, decís: “las cosas son yo te digo”. No podés mirar para atrás y darte cuenta de cuáles fueron los pasos equivocados que diste para cometer un error, por eso lo repetís una y otra vez. Las mujeres soberbias se creen y cuando están con un hombre piensan: “si está a mi lado va a crecer”, “mi amor lo va a cambiar”.
Hacer crecer a un hombre es como subirlo sobre tus hombros: para que él se suba, vos tenés que agacharte, hacerte chiquita. Él se va a subir sobre tu inteligencia, sobre tu capacidad, sobre tus logros, y cuando crezca, seguirá su vida, y a vos te habrá dejado sin nada, vacía, sin fuerza. Es entonces cuando pasás de la soberbia a la sumisión. Ahora el otro creció, tiene reconocimiento, tiene su título, gana bien, y como vos te quedaste sin nada, empezás a someterte a él. El problema de la sumisión es que hacemos silencio, y aun sabiendo que está haciendo las cosas mal, no nos atrevemos a decirlo. Lo cierto es que por sumisión vienen grandes crisis, y muchas veces los errores no solo los pagamos nosotros, sino también nuestros hijos.
Entonces, ¿cómo hacemos para frenar a tiempo y no repetir ese desacierto? 1. Reconocé que, si bien sos inteligente, te podés equivocar. Eso te va a sacar de la soberbia de creer que sos la mejor.
2. Aprendé a enfrentar tus resistencias secretas. Revisate internamente, porque no es que las cosas te pasan porque sos tonta, es que hay una resistencia secreta, algo que te impide actuar como deberías actuar, con la inteligencia y la sabiduría que tenés.
3. Usá tu fuerza para perfeccionar tu juego, y no el de alguien más. Empleá toda la fuerza que tenés para crecer vos, y no para que crezca alguien más. Los que están alrededor te van a ver como modelo, y solos se van a impulsar a crecer. ¡No tenés que poner los hombros para que nadie se te suba arriba!
Ser humilde es no creerse más de lo que uno es —eso es soberbia— o menos de lo que uno es —eso es sumisión—. Por eso, no seas ni soberbia ni sumisa, sino humilde; sabé lo que podés y lo que no podés, lo que sabés y lo que no sabés, y así todas tus decisiones serán verdaderamente inteligentes.